Una Derrota de la civilización
En el año 2002, cerraron sus puertas los ocho restorantes de McDonald’s en Bolivia. Apenas cinco años había durado esta misión civilizadora. Nadie la prohibió. Simplemente ocurrió que los bolivianos le dieron la espalda, o mejor dicho: se negaron a darle la boca. Estos ingratos se negaron a reconocer el gesto de la empresa mas exitosa del planeta, que desinteresadamente honraba al país con su presencia. El amor al atraso impidió que Bolivia se pusiera al día con la comida chatarra y los vertiginosos ritmos de la vida moderna. Las empanadas caseras derrotaron al progreso. Los bolivianos siguen comiendo sin apuro, en lentas ceremonias, tozudamente apegados a los antiguos sabores nacidos en el fogón familiar. Se ha ido, para nunca mas volver, la empresa que en el mundo entero se dedica a dar felicidad a los niños, a echar a los trabajadores que se sindicalizan y a multiplicar a los gordos.
en LOS HIJOS DE LOS DÍAS, por Eduardo Galeano, 2013