Ambas lecturas exploran la cultura del nuevo mundo, aunque de maneras muy diferentes. Glissant se enfoca en el impacto psicológico que sufrían los esclavos durante su largo y devastador viaje hacia el Caribe. Es una lectura con un lenguaje súmamente poético. Glissant se enfoca en la metamórfosis de los abismos. La primera etapa o experiencia abismal es la de habitar en una embarcación. Estar en el "estómago" del barco, en la oscuridad, rodeado de enfermedades y cadáveres, consumido por el hambre, la miseria; estar solo,aún cuando a penas puedes respirar en un mar asfixiante de cuerpos. El segundo abismo es el mar, eterno símbolo de lo desconocido, turbio y peligroso. El tercer y último es la llegada a la tierra firme, donde aguardan nuevos dioses, idiomas, retos y misterios. El ensayo de Benítez Rojo, sin embargo, es un análisis de las máquinas (según la definición de Deleuze) del caribe y la manera en que funcionaban. Entre las máquinas se incluyen los sistemas burocráticos y militares, entre otros. Mediante la descripción de estas máquinas, que se interrumpen entre sí mismas, Benítez Rojo describe la importancia del Atlántico para el desarrollo, no solo de España, sino del capitalismo mundial.
Sin duda alguna, como muy bien mencionas, Glissant en su escrito habla de un tipo de transformación de los abismos. Dentro de esta metáfora del abismo, nos hace ver y trata de crear esa experiencia esclavista africana que tuvo lugar en el Caribe. Desde el desgarre total de un lenguaje y cultura conocida hasta el rumbo hacia un lugar totalmente desconocido. En donde, ni tan siquiera los compañeros de embarcación hablan el mismo lenguaje, sin embargo mediante esta experiencia, dentro del mejunje, se crea cierta relación y se forman nuevas culturas y lenguajes. Mientras que el ensayo de Benítez Rojo, nos habla de las máquinas y cómo ellas tuvieron un gran impacto en la colonización del Caribe.